viernes, 17 de abril de 2009

INFORMÁTICA ADAPTADA PARA CIEGOS

Adaptaciones de la informática para las personas con discapacidades visuales:

Las adaptaciones de alto nivel

Forman el grupo que así hemos convenido en denominar todas aquellas aplicaciones, tanto sólidas como lógicas, cuyos resultados se obtienen a través de una
o más de las adaptaciones de bajo nivel y que, por tanto, requieren la presencia de alguna de éstas para desempeñar su cometido; obedeciendo a la calidad
de la información que procesan podemos agruparlas en revisores de pantalla (que obtienen los datos de forma indirecta), revisores de documentos (que los consiguen directamente) y tomadores de
notas (que no precisan de recibir entrada pues ya disponen por sí mismos de toda la información).


Los revisores de pantalla
Es este el más importante grupo de adaptaciones de alto nivel existentes actualmente, además de ser el más antiguo y, por ende, el más desarrollado; lo componen todosaquellos programas y controladores que extraen la información de la tarjeta de vídeo del ordenador y que, tras un proceso de análisis, suposición
artificial y descifrado, la transmiten al usuario; como veremos en los siguientes dos apartados, la labor de los revisores de pantalla no es nada fácil,
sobre todo en los entornos gráficos de trabajo ahora oficialmente establecidos, ya que han de entender, casi podría decirse que han de adivinar (a veces
las condiciones de trabajo les son muy desfavorables), el contenido de la pantalla que la persona con vista aprecia de una sola ojeada, y transmitirlo
a la persona carente de ese sentido de forma comprensible para ella.


Los ampliadores de imágenes

Integran este primer subgrupo los programas destinados a aumentar el tamaño de las imágenes visualizadas en pantalla; lo cierto es que muy pocos conceptos
nuevos aportan estos sistemas a los de ampliación de imagen por medios físicos excepto, claro es, la mucha portabilidad que puede asociar una solución
que únicamente precisa de un soporte magnético para ser almacenada.
Ciertamente, la aparición de las primeras aplicaciones destinadas a este objetivo, como el aún líder en ventas ZoomText de la compañía estadounidense AiSquared,
constituyó una verdadera revolución y solucionó los problemas de muchas personas con resto visual quienes, para acondicionar sus puestos de trabajo, no
tenían más que efectuar una rutinaria y muy breve instalación en sus terminales del contenido de un diskette; aún y estando diseñados para entornos DOS, estos primeros magnificadores de pantalla -tal es el nombre técnico de los inventos en cuestión- ya
permitían agrandar las letras hasta dieciséis veces (diez caracteres en pantalla simultáneamente), cambiar los colores, efectuar el seguimiento del cursor
o incluso del puntero del ratón en los programas que lo soportaban, cambiar las fuentes y crear nuevas, ampliar toda la pantalla o sólo una región (una cuarta parte, únicamente la línea escogida...), lectura con desplazamiento automático del texto, etc.

Los ampliadores de imágenes actuales, formados por programas más extensos pero igualmente fáciles de instalar, funcionan de forma muy similar a los precedentes:
el usuario se comunica con ellos mediante el teclado o, si lo prefiere, con el ratón, que sigue funcionando como dispositivo señalador; el nivel de ampliación
permitida es, como antes comenté, muy elevado, a veces del todo innecesario; los más modernos incluyen capacidades adicionales de lectura de documentos y algunos integran en el mismo paquete controladores para funcionar con las tres subcategorías
de adaptaciones de bajo nivel (caso, por ejemplo, del recientemente aparecido SuperNova de Dolphin Computer Access, de gran potencia y muy fácil puesta
en marcha, si bien su uso es algo complejo). Por lo demás, muchas son las capacidades de estas herramientas:
visualización de una pantalla completa ampliada, modo ventana (sólo una región agrandada y el resto normal), lupa (una zona ampliada que se va desplazando
allí donde el usuario está operando), lente automática (que iguala en tamaño y aspecto todas las letras que encuentra aunque sus fuentes y características
sean diferentes), etc.; posibilidad de alterar los colores a gusto o necesidad del operador, así como los
tipos de letra y la anchura y/o altura de éstas; señalización y posterior localización rápida de regiones de la pantalla de acceso frecuente (reloj, líneas
de estado...); selección del elemento sobre el que debe situarse la región agrandada en cada modificación que sufra (puntero del ratón, foco de los diálogos
y menús, cursor de los editores de texto...), pudiéndose obviar determinadas regiones de la pantalla, etc.


Los lectores de pantalla

Reciben este nombre los programas que sirven de interfaz entre la tarjeta de vídeo, los sistemas de síntesis de voz y/o los terminales de lectura Braille,
y el usuario de la computadora, quien espera obtener de ellos la lectura o interpretación del máximo posible de elementos que conforman las pantallas de
cada entorno de trabajo.
Cuando se trabajaba con entornos DOS, donde básicamente las pantallas se visualizaban en modo texto, estas aplicaciones debían posibilitar el acceso a dichas
pantallas para los usuarios de sintetizadores de voz externos (que, de hecho, no me consta que existiera ninguno que no lo fuera y que funcionara por tarjeta
de sonido o incluso por el altavoz del propio PC) pues, como antes indiqué, los terminales de Braille eran capaces de leer directamente de la tarjeta de vídeo sin la presencia de programas intermediarios. Estos primeros lectores, como el aún muy usado JAWS, de la empresa norteamericana Henter-Joyce, interaccionaban con el operador por medio únicamente del teclado, y facilitaban el acceso a cualquier región
de la pantalla en diferentes modalidades de emisión de la salida (letra a letra, palabra por palabra, líneas,
columnas, zonas marcadas...), siendo bastante sencillo su manejo dado que la persona no vidente no necesitaba de grandes explicaciones para imaginarse
el aspecto de los textos visualizados. Valga decir que las pantallas en modo gráfico que a veces aparecían (gráficos de Lotus 1-2-3, dibujos de WordPerfect,
el programa DOSSHELL suministrado con la versión 5.0 de MS-DOS, etc.) no podían ser leídas de ninguna manera,
pues los lectores no eran capaces, quizá porque nadie se planteó nunca la necesidad de que lo fueran, de reconocer textos en este tipo de modos de vídeo.
Con la implantación de Windows el trabajo de los lectores se ha multiplicado de forma considerable; ahora, además de atender a los sintetizadores de voz,
han de hacer lo propio con los terminales de Braille pues, como también comenté, ya no se trata de enviar a estos periféricos lo que aparece en pantalla
de forma comprensible para ellos, dado que lo visualizado sólo son puntos de color, sino de transmitir una detallada descripción de estos contenidos: qué
es un menú, qué son botones, qué son gráficos imposibles de interpretar, a qué
corresponde un texto (contenido de una línea editable, título de una ventana, nombre de un icono del escritorio...), etc. Es importante aclarar que antes
de enfrentar a una persona totalmente ciega con un ordenador que funciona con sistema operativo Windows (especialmente si esa persona no ha visto nunca),
hay que facilitarle una buena explicación, a ser posible ejemplificada con plantillas táctiles adecuadas a
cada coyuntura, de la apariencia del entorno gráfico: qué aspecto tienen las ventanas, qué son las barras de herramientas, qué efecto produce seleccionar
un elemento de una lista, qué es el puntero del ratón y qué pasa cuando se emplea este sistema de señalado, etc.; en muchos casos este es el escollo más
difícil de superar en el aprendizaje del uso de un lector de pantalla.
Es muy frecuente que los lectores de pantalla encuentren elementos que no sepan descifrar, pues la gran mayoría de programas ejecutables bajo Windows contiene
dibujos que sólo su apreciación visual puede describir; por esta razón, los lectores más potentes incluyen opciones de entrenamiento que engloban desde
la capacidad de aprender a qué corresponde cada elemento de una barra de botones hasta, por ejemplo, saber
leer las cartas del juego del solitario que se suministra con todas las versiones del sistema operativo. Pero no son los gráficos el tropiezo más doloroso
de los lectores de pantalla, sino los elementos irreconocibles, pues no hay que olvidar que, a pesar de disponer Windows de unas pautas universales de
funcionamiento y programación, los creadores de aplicaciones no tienen por qué respetarlas y pueden
inventar componentes nuevos de diseño exclusivo; ningún lector, por bueno que sea, puede llegar a identificar creaciones que se salgan de los convenios
ordinarios del entorno gráfico, lo cual supone que un ciego suele tener vedado el acceso a muchas aplicaciones de manipulación de sonido y a casi la totalidad
de juegos, entre otras muchas aplicaciones.
Para facilitar en la medida de lo posible el acceso a los diferentes elementos que componen Windows'95/98, la empresa Microsoft ha diseñado el paquete Active
Accessibility, que distribuye de forma gratuita incluso como parte de Windows'98, y que se pretende convertir en una pauta de programación que todo diseñador
de aplicaciones deba considerar para que, más tarde, la interpretación de esas aplicaciones a cargo de
los lectores de pantalla no presente dificultades. Existen, sin embargo, dos problemas serios: el primero es la no preceptividad de estas normas, de lo
que se deriva que los programadores tampoco tienen por qué tenerlas en cuenta y pueden seguir incluyendo elementos nuevos en sus creaciones; el segundo
obstáculo es que cada idioma requiere soportes adaptados, produciéndose la inevitable falta de versiones de
Active Accessibility para las lenguas minoritarias, amen del harto común hecho de que las modificaciones que sobre el producto se hacen sirvan antes que
a nadie a los usuarios de la versión inglesa (norteamericana para ser del todo exactos) de Windows; es también problemático que las nuevas versiones del
paquete que se van elaborando y distribuyendo ya no aceptan correr bajo Windows'95 ni Windows NT (NeTwork) 4.0.
A pesar de todo, algunos lectores de pantalla actuales, como los ya nombrados SuperNova y JAWS (que en su versión para Windows es líder absoluto del mercado),
son suficientemente potentes como para permitir a sus usuarios olvidar por unos minutos este cúmulo de sinsabores y disfrutar de la informática pues, además
de soportar las capacidades de los lectores bajo DOS aplicadas al entorno gráfico, permiten el uso de diversas voces para distinguir entre mensajes de situación ("abriendo menú de inicio", "saliendo del programa X", "minimizando ventana actual", "escritorio
activo", etc.) y textos visualizados, la descripción minuciosa de los componentes (decir cuántos elementos tiene un grupo de botones de opciones y cuál
está seleccionado, qué porcentaje se ha completado en las barras desplazables...), la personalización
hasta niveles insospechables de las opciones de lectura, voz, seguimiento de objetos..., y muchas otras ventajas.


Los revisores de documentos

Constituyen este otro grupo dentro de las adaptaciones de alto nivel, aquellas aplicaciones que buscan la información que han de transmitir al usuario vía
las de bajo nivel, bien directamente en archivos informáticos localizados en un disco, ordenador remoto u otro soporte similar, o bien en un periférico
capaz de transmitirle una información que, tras un proceso de conversión o identificación, le suministre datos equivalentes. Hoy día no es mucha la importancia de estas herramientas, algunas de ellas todavía de reciente creación y todas con mucho camino por andar, pero se cree que en un futuro no muy lejano podrán dejar casi fuera de combate a los revisores de pantalla, pues patente ha quedado que la información
que estos últimos han de emitir no siempre es del todo fiable ni fidedigna, caso opuesto al de los primeros, que únicamente deben leer datos y enviarlos
a los dispositivos de salida de forma comprensible para ellos.


LOS LECTORES DE DOCUMENTOS

Este subgrupo, sin duda muy conocido y que casi todo el mundo ha utilizado alguna vez, lo integran aquellos programas llamados de texto hablado o Text-to-Speech
(como puede ser el TextAssist, o el Monologe de First Byte), que tienen como finalidad la transmisión por voz del contenido
de archivos de texto, y que suelen ir acompañados de otras herramientas como deletreo de palabras (muy útil para el aprendizaje de idiomas), creación de
mensajes con voz sintética (para emplearse posteriormente en el desarrollo de aplicaciones) o la más arriba descrita simulación de canciones.
Estos programas también suelen ser usados para ayudar a mejorar la pronunciación de letras o vocablos a personas disléxicas o con defectos de habla semejantes
(tal es el objetivo del TextHelp de la empresa irlandesa Lorien Systems) y, por supuesto, son de gran utilidad a quienes disponen de poca o nula visión,
pues les ofrecen dos ventajas: descansar la vista para los primeros en la lectura de documentos largos, y
evitar a ambos el pulsar continuamente teclas de avance del texto para verificar dicha lectura visual o a través del revisor de pantalla parlante cargado.
Hay diversos lectores de pantalla, la verdad es que la mayoría, incluyen una herramienta de lectura de documentos que, además de permitir el acceso a ficheros
de texto propiamente dichos (de extensión .TXT), son capaces de leer ficheros de ayuda de Windows, páginas Web, documentos de Word y demás, desenrollando
automáticamente los contenidos; algunas de estas herramientas incluyen opciones de ampliación de la letra de los textos, colocación de marcas de localización
de secciones o puntos concretos, ajuste del color y la fuente de visualización, etc., para
facilitar aún más la lectura. Es muy valorado el subprograma DocReader integrado con las versiones recientes del ampliador de imágenes ZoomText, que permite
de un modo muy sencillo acceder a los documentos e incluso tratar las pantallas del entorno gráfico como tales, ofreciendo una lectura ágil por voz e imagen
agrandada.


LOS RECONOCEDORES DE CARÁCTERES

¿Quién no ha utilizado alguna vez las facilidades que ofrecen los digitalizadores de imágenes (scanners) para hacer fotocopias sin moverse de casa, para
guardar en soportes magnéticos fotografías y así garantizar su conservación, o para introducir de forma rápida páginas y páginas de texto?; esta última
capacidad, el reconocimiento de caracteres u OCR (Optical Character Recognition), es la que se emplea para conseguir que las personas ciegas puedan acceder a la información escrita en papel mediante el ordenador.
Lo cierto es que los programas que se utilizan para lograr el fin descrito en las circunstancias expuestas suelen ser idénticos a los que emplea el resto
de los usuarios (OmniPage de Caere, TextBridge de Xerox...), eso sí, a menudo acompañados de herramientas especializadas que hacen de puente entre el OCR
y el operador; dichas adaptaciones, por un lado, facilitan la labor de digitalización de los documentos (evitando la definición de límites de exploración, efectuando un contraste automático de los colores, descubriendo la orientación de las páginas...), y
por otro ofrecen opciones de acceso directo a las adaptaciones de bajo nivel sin pasar por ningún revisor de pantalla (lectura directa por voz de los documentos,
posibilidad de ver esos documentos con letra ampliada, manejo muy ágil de las opciones del reconocedor mediante menús hablados...).
Un programa muy vendido de estas características es el soporte OpenBook de la casa norteamericana Arkenstone, que emplea el reconocedor óptico de la empresa
Calera Recognition Systems, y que fue ideado para usarlo personas totalmente ciegas con conocimientos casi nulos de informática -más adelanta hablaré algo
más de este interesante invento-. Arkenstone también ha lanzado al mercado recientemente el
aplicativo WYNN, más potente que el anterior pero pensado para usuarios con resto visual y dotados de conocimientos elementales de informática; amen de las funciones de reconocimiento habituales incluye muchas posibilidades de modificar la salida visual o hablada, y la novedad de soportar marcas de localización
incluso elaboradas con voz humana. Otro programa interesante que se sigue usando a pesar de correr bajo DOS y de estar manifiestamente desfasado es el
VisAbility de AiSquared, soporte muy sencillo que sólo digitaliza imágenes sin reconocer texto, pero que brinda unas opciones tan ágiles de ampliación
y desplazamiento de esos resultados que indefectiblemente sorprende a quienes lo prueban por primera vez, además de ser de muy gran utilidad a personas
con mínima vista.
Sin lugar a dudas, el terreno de los reconocedores de caracteres es donde queda más por hacer, pues aún usando los mejores del mercado muy poco es el material
que se llega a leer satisfactoriamente; las personas con baja visión aún tienen la posibilidad de escanear los documentos y leerlos directamente en formato
gráfico, pero las totalmente ciegas quedan sin otra solución que depender de alguien cuando estos programas les niegan su ayuda: las fotocopias no muy
fiables, los impresos generados por máquinas carentes de tinta (libretas del banco, comprobantes de compra de los supermercados, etc.), los prospectos
con mucho colorido y variantes de fuente, y sobre todo los textos manuscritos, escapan por completo a los ojos cibernéticos de los reconocedores de texto
actuales.


SISTEMAS ESPECIALES DE RECONOCIMIENTO DE CARÁCTERES

Aparte de las aplicaciones de OCR existen otras soluciones sólidas, algunas del todo fuera de uso por haber quedado obsoletas y otras todavía en período
de pruebas, que sería una gran falta para este trabajo dejarme en el tintero.
Uno de los sistemas antiguos que posiblemente se use todavía consistía en una máquina de las dimensiones de una caja de ordenador personal, que era capaz
de escanear documentos con muy limitados tipos de letra, verbalizando la salida a través de un sintetizador de voz interno, y permitiendo su traspaso a
diskettes por medio de una unidad especial externa. Otro artilugio, que creo no fue más allá de unas cuantas
demostraciones a cargo de sus creadores, era un ordenador portátil con salida Braille que leía documentos a través de una pequeña cámara que se deslizaba
manualmente sobre el papel, siendo la salida la letra que figuraba bajo su objetivo en cada instante; la idea era muy buena pero el sistema leía, por decir
algo, uno de cada cien escritos que recibía, existiendo además el insoluble problema de la incapacidad de leer las letras que superaban el tamaño del objetivo
de la cámara. Otro equipo, este con gran éxito de ventas y que conserva algunos adictos, fue el Optacon de Telesensory Systems, que funcionaba igual que
el dispositivo anterior pero la salida era táctil y no Braille, lo cual podía ir muy bien si el contraste entre blanco y negro estaba claramente definido,
siendo que además se podía ampliar el tamaño de dicha salida.
Uno de los sistemas de OCR modernos ya en uso puede ser el diseñado por la empresa Arkenstone, llamado VERA (Very Easy Reading ppliance) y que integra
en una sola máquina el ordenador y el digitalizador; se trata de un equipo (eso sí, limitado a las funciones de lectura de documentos escaneados) dotado
de un pequeño teclado con el que se realizan todas las operaciones, una pantalla y el lector de imágenes, amen
de una unidad de disco y puertos para conectar impresoras y sintetizadores de voz externos. El sistema emplea el reconocedor óptico de Calera Recognition
Systems y el soporte OpenBook, y ha sido pensado para que las personas que desconocen por completo la informática puedan leer libros utilizando sus ventajas;
el equipo es ostensiblemente poderoso, pues a la gran calidad del OCR que utiliza, que soporta
numerosos idiomas entre otras capacidades, se suma el trabajado diseño del programa de adaptación, más que sencillo de usar y que, entre otras ventajas,
permite exportar los textos obtenidos a varios formatos, efectuar amplias variaciones de la salida por síntesis de voz y organizar los documentos escaneados
en categorías bien definidas para su rápida localización.
Si hablamos de métodos ultramodernos todavía no implantados, hemos de hacerlo de la utilización de lupas electrónicas, cámaras de filmar y otros instrumentos
de lectura de imágenes tridimensionales capaces de enviar los resultados al ordenador, como sistemas de digitalización de documentos en alta resolución;
ya se ha conseguido que el sistema reciba información en formato gráfico desde estos periféricos y, por tanto, que los usuarios con resto visual puedan
acceder a ella con la ampliación que precisen, pero se pretende que la entrada recibida pueda ser procesada por un reconocedor de caracteres para ser usable
también por personas ciegas totales; muchos factores intervienen en dificultar este proceso: la calidad de los programas utilizados, la potencia de los
equipos externos de captación de imágenes y, claro está, el coste económico asociado a la consecución de estos objetivos.


LOS NAVEGADORES DE INTERNET

Mucho es lo que resuelven, si son de cierta calidad y se usan al cien por cien, los ampliadores de imágenes y lectores de pantalla en la lectura de páginas
Web, pero en ciertos casos es necesaria la presencia de un programa suplementario para poder acceder plenamente a los contenidos de estos documentos.
Los navegadores de Internet especializados, que suelen combinar voz y ampliación de imagen, facilitan en gran medida la lectura correcta de los textos,
la búsqueda rápida de enlaces (links) y otros elementos dentro de una misma página, el envío y la recepción de correo
electrónico, y la lectura de las descripciones de los gráficos siempre que el diseñador de la página las haya introducido. Por lo demás, estos navegadores,
como el WebSpeak de la sociedad norteamericana Productivity Works, funcionan de igual forma que cualquier otro (Internet Explorer, NetScape...), excepto
que en su manejo se tiende a dar mucha más importancia al uso del teclado frente al ratón, que queda relegado como dispositivo auxiliar o incluso es desactivado
para evitar conflictos propios del entorno gráfico.
Las páginas Web, contrariamente a los programas de aplicación comunes, disponen de unas pautas de elaboración bastante limitadas, hecho que evita en gran
medida la aparición de diseños exclusivos imposibles de interpretar por los soportes de adaptación; a pesar de esto, las páginas escritas en lenguaje
HTML (HyperText Markup Language) no son del todo accesibles, fenómeno que ha conducido a las organizaciones que integran el WWW Consortium, autoridad capital
en la promulgación de reglamentos para la circulación de datos en Internet, a elaborar la normativa WAI (Web Accessibility Iniciative), donde quedan claramente
definidos los criterios que una página HTML debe seguir en su gestación para poder ser utilizada más tarde por cualquier usuario; estos protocolos han
sido traducidos al español por el grupo de trabajo Acceso de la Universidad de Valencia, y también se han construido pequeños programas aplicativos de
distribución gratuita (como el Bobby de la sociedad CAST) capaces de determinar si una página cumple o no los requisitos exigidos para ser accesible; por
desgracia, las condiciones cuya reseña antecede son de aplicación voluntaria y, ¡qué se le va a hacer!, tienden a pasarse por alto mucho más de lo que
sería disculpable.
Este desajuste puede verse corregido y aumentado en el mal sentido con el establecimiento del lenguaje XML (eXtensible Markup Language) como código de escritura de páginas Web a nivel universal; con este cambio que ya soporta la versión 5.0 de Microsoft Internet Explorer, el lenguaje habrá evolucionado hasta el
punto de soportar diferentes sublenguajes o DTD's (Document Type Definition), uno de los cuales será el HTML mejorado; la inclusión de nuevas fórmulas
de edición de páginas habrá forzosamente de ocasionar muchos problemas de accesibilidad que se sumarán a los ya existentes.
Pero como no hay rosa sin espinas ni amor sin recelos, tampoco hay guerra sin armisticio ni temporal sin calma, lo cual, aplicado al tema que nos atañe,
se traduce en el surgimiento de perceptibles mejoras derivadas del paso al XML como código unificado; además de incrementar las capacidades de manipulación
de la información escrita, este código permite configurar a cada usuario el perfil de las páginas que recibirá (colores, tipo y tamaño de fuente, presencia o no de gráficos...) y, lo que será de muy gran importancia al colectivo de los ciegos, soporta entre
sus DTD's el lenguaje multimedia SMIL (Standard Multimedia Interface Language), con el que podrán crearse libros hablados digitales, aspecto que estimo
más conveniente explicar en una sección independiente dada, insisto, su mucha trascendencia.


LOS LIBROS HABLADOS DIGITALES

Hasta hoy, los ciegos de todo el planeta han tenido tres formas, asociadas a tres soportes diferentes de almacenamiento de la información, de leer publicaciones
escritas: tratar de acceder al soporte visual corriente (bien haciendo las mil y una para leerlo con la visión propia, bien sometiéndolo al inflexible
ojo de un OCR o bien, que era lo más seguro, solicitando ayuda a alguien de vista más competente), escuchar lecturas grabadas en cintas de cassette por entidades dedicadas a tal oficio, o leer directamente en libros editados en Braille. La tercera solución, para
qué nos vamos a engañar, es y será por los siglos de los siglos la ideal, a pesar de que implica una gran desventaja que es el volumen físico de los tomos:
allí donde caben seis letras bien dotadas de imprenta sólo se puede albergar un carácter Braille, lo cual provoca que un diccionario de los más modestos ocupe más de treinta gruesos y altos volúmenes en el código de escritura de los no videntes.
De igual modo, valga decir que las lecturas grabadas, asimismo de presentar grandes problemas para la rápida localización de secciones, ocupan gran cantidad
de cintas, motivo por el cual se ha tenido que diseñar un sistema de compresión de esa información, sólo legible por aparatos especiales y que multiplica
por cuatro el minutaje disponible en cada medio físico; ello, sin embargo, no quita que Guerra y Paz de
Leon Nicolaievich Tolstoi requiera once cintas de noventa minutos, Las Mil y una Noches completas veintitrés y nuestro Don Quijote siete.
El cuarto método de lectura que existirá ahora, al cual tendrán acceso tanto las personas que vean bien como las que no, será el de los CD-ROM's con libros
grabados en lenguaje SMIL, que combinarán el texto propiamente dicho (al que se podrá acceder por medio de la ampliación de imagen, la voz sintética y/o
el Braille), el sonido, los videos, los gráficos y, en los casos que se pueda llevar a cabo, el mismo texto grabado con voz humana. Las ventajas de este
sistema serán casi infinitas: por una parte, los libros creados así podrán ser adquiridos en cualquier establecimiento del gremio sin especialización alguna, lo cual, sin ir más lejos, facilitará a la persona ciega la compra de material listo para
ser leído; de otro lado, obvio es, los textos escritos en ese lenguaje posibilitarán un acceso muy directo a cualquier punto de sus páginas, merced al
potente sistema de marcado que poseen todos los códigos de programación de esta índole; por último, y también es evidente, el hecho de utilizarse lectores
convencionales de páginas Web para visualizar el contenido de los CD-ROM's, autorizará el uso de todas las ventajas compartidas que ofrece Windows: copiado
y pegado de datos, impresión, exportación a otros formatos de archivo, opciones de accesibilidad, etc.
Párrafo aparte merece la novedad de los libros grabados con voz natural; esta adición a los soportes digitales se hará en los casos en que se crea conveniente
y, sobre todo, cuando se disponga de medios económicos para financiarlo. Los CD-ROM's con este añadido, que poseerán todas las ventajas de los anteriores,
podrán almacenar en un solo disco, gracias al potente sistema de compresión de audio y vídeo integrado
(del tipo del ya popular MP3 del grupo MPEG), más de cincuenta horas de locución que equivalen, para hacerse una idea, a algo más de la duración de la
lectura del genial libro Los Miserables de Víctor Hugo, que ocupaba ocho cassettes comprimidos de noventa minutos y, por consiguiente, la escalofriante
cifra de treinta y dos en grabación ordinaria. La voz humana, siempre mucho más agradable que la sintética por lograda que ésta esté, será tratada en este
sistema igual que el resto del conjunto, admitiendo marcado, búsqueda y manipulación de sus datos.


Lector de libros hablados Victor de VisuAide.

Para unificar a nivel internacional los criterios de elaboración de libros hablados digitales, se ha creado el consorcio DAISY (Digital Audio Information
SYstems), grupo de organizaciones y empresas próximas o del todo inmersas en el desarrollo de soluciones para ciegos, que además de definir estas pautas
ha dado lugar a diseñar programas (como el antes citado WebSpeak) y equipos físicos para acceder cómodamente a los nuevos soportes. Por ejemplo, los aparatos
portátiles PlexTalk de Plextor y Victor de VisuAide, permiten la lectura de los libros CD-ROM sin necesidad de disponerse de ordenador, a la manera de
reproductores comunes de discos compactos pero con opciones adaptadas al tipo de información que manipulan.
Fuera de este excelente invento, muchos de los formatos actuales de libros digitales, como los que se ofrecen de regalo con algunos periódicos o por la
adquisición de material informático (por lo general manuales de usuario), son de fácil lectura para las personas con resto visual y, si hay la suerte que
puedan ser identificados por un lector de pantalla (exportando el texto a otro formato si a mano viene), también pueden serlo para las sin vista. Uno de
los formatos no pensados para su uso por ciegos pero que con seguridad éstos podrán aprovechar, es el recién nacido Open e-Book, apadrinado ya por importantes
empresas editoriales y de desarrollo informático (entre ellas Microsoft), y consistente en un lenguaje de marcado de mucha menos potencia que el SMIL ya
que sólo autoriza incluir texto y gráficos; para la lectura de estos libros se han inventado equipos independientes (que no requieren la existencia de
un ordenador) capaces de descargarlos de sus suministradores a través de un módem y de visualizarlos en una pantalla propia; dada la importancia futura
que parece va a tener este sistema, varias empresas especializadas quieren conseguir aparatos que lo lean por síntesis de voz para poder ser accedido por
personas no videntes.
LOS TOMADORES DE NOTAS
De gran utilidad es para las personas que no ven lo suficiente como para tomar notas de forma convencional, la posesión de un sistema rápido, fácil de
usar, portable y de una cierta capacidad, para suplir esta falta.
Los primeros ordenadores portátiles diseñados exclusivamente para ciegos aparecieron a mediados de los años ochenta (equipo VersaBraille de Telesensory
Systems), y consistían en una máquina de las dimensiones de una CPU actual (cuyo peso era considerable), dotada de un teclado Braille y de una línea de
salida de veinte caracteres en dicho código; podían almacenar la información en su memoria o en diskettes,
enviarla a una impresora o a una computadora ordinaria y, mediante la tarjeta de interfaz adecuada, servir de lector de pantalla como un terminal de Braille
más.
Fue a finales de los años ochenta cuando aparecieron los primeros ordenadores, como el Braille 'n Speak de Blazie Engineering, totalmente portátiles que
utilizaban síntesis de voz interna en vez de Braille como salida, manteniendo el teclado Braille o incorporando uno convencional (Type 'n Speak del mismo
fabricante) para la entrada; su tamaño no superaba al de una tableta de chocolate grande, su peso era inferior al medio kilogramo y disponía de baterías
recargables con una autonomía de más de diez horas. Al principio aparecieron como anotadores telefónicos que disponían de calculadora, reloj y otras utilidades
por el estilo (el Eureka-A4 de Robotron incluía hasta compositor musical, intérprete de BASIC, termómetro y voltímetro), pero con el paso del tiempo se
les fue agregando memoria hasta convertirlos en libretas de notas con una apreciable capacidad; además, se incluyó que pudieran grabar la información a
diskette a través de
unidades externas especiales, que pudieran enviar datos a ordenadores e impresoras corrientes, y que sirvieran como sintetizadores de voz externos, entre
otros realces. Cabe mencionar que un usuario que domine el sistema Braille, con un ordenador portátil provisto de teclado también Braille, puede tomar
apuntes mucho más rápido que una persona que lo haga a mano o incluso con un teclado convencional de ordenador.
Otros ordenadores portátiles que han tenido su importancia son los cuya salida es Braille y no hablada, pero más modernos que el que abría esta sección;
cierto es que el acceso a la información escrita es siempre más ágil que su audición, pero el precio de los equipos Braille y tal vez su peso, inevitablemente
superior al de los otros (más de un kilogramo), hacen que tiendan a usarse mucho menos. Una de las ventajas que ofrecen estos dispositivos, además de las
que brindan los precedentes, es su fácil conexión a ordenadores convencionales (a través de los puertos serie) para servir de lectores de pantalla, aunque
al no requerir tarjeta de interfaz precisan de un programa controlador que disminuye notablemente sus capacidades (este es el caso del Navigator de Telesensory
Systems).
La última generación de ordenadores portátiles para personas no videntes está comenzando a aparecer ahora y la forman equipos de formato
similar a los últimos descritos pero capaces de utilizar un sistema operativo y cualquier tipo de programas; el pequeño teclado Braille que da cuerpo al
invento sólo requiere un monitor y una impresora para realizar exactamente las mismas tareas que un ordenador convencional, eso sí, no de los más actuales,
ya que por ahora los nuevos sistemas no pueden utilizar entornos gráficos ni otros sistemas operativos que el
DOS, aunque ya se está trabajando para que soporten el Windows CE (Compact Edition) desarrollado para computadoras de bolsillo o PDA's (Personal Digital
Assistant).
Ya por último, interesante es recalcar que la mayoría de adaptaciones descritas anteriormente (sobre todo ampliadores de imágenes y lectores de pantalla)
son plenamente compatibles con la mayoría de computadoras portátiles ordinarias que se fabrican actualmente, por lo cual una persona ciega o con baja visión
que prefiera utilizar estos sistemas en vez de los descritos en los párrafos que anteceden, puede hacerlo
sin mayores inconvenientes que los que le afecten en un equipo de sobremesa.
OTRAS SOLUCIONES INCLASIFICABLES
Además de los revisores de pantalla propiamente dichos, existen otras pequeñas aplicaciones, no agrupables con éstos pero menos aún con otros tipos de
adaptaciones, que son de cierta utilidad a las personas con deficiencias visuales, a pesar de no haber sido obligatoriamente diseñadas para ellas. El lanzamiento de Windows'95 conllevó la distribución a nivel general de herramientas
para facilitar el trabajo a personas discapacitadas; aún siendo muy básicas, las posibilidades de variación de tipo y tamaño de letra del entorno, de emisión
de señales acústicas al producirse errores o circunstancias similares, de modificación de la forma del puntero del ratón, de uso del teclado numérico como
conductor de dicho puntero, de avisos audibles al activar o desactivar las teclas de bloqueo (mayúsculas y teclado numérico), etc., son de uso frecuente
para muchas personas de vista escasa o nula.
Aparte de esto, se distribuyen pequeños programas que ofrecen más capacidades: editores de punteros para el ratón, reproductores de CD's de audio con botones
grandes, juegos con sonido o imágenes agrandadas, paquetes de macros para facilitar la ejecución de determinadas rutinas dentro de programas de trabajo,
tutoriales hablados o con ampliación de letra para aprender fácil y cómodamente aplicaciones de gestión,
intérpretes de voz para comunicarse mediante órdenes orales con el sistema, simuladores de teclado Braille que emplean sólo nueve teclas para realizar
todas las funciones, soportes de dictado, cursillos de mecanografía con ejercicios adaptados, y un largo etcétera.

Otras adaptaciones, en este caso sólidas, que se han desarrollado para ciegos o que éstos han podido emplear para paliar su falta, y que también merecen
clasificación aparte son, por ejemplo, reproductores de cintas de cassette pensados para el dictado ágil de datos (dictáfonos), máquinas para estenotipia
informatizada (Stenokey), lectores de códigos de barras (para la identificación de alimentos, ropa,
medicinas...), sistemas para la creación de viviendas inteligentes (domótica) en las que un ordenador central controle el estado de todos los componentes
(electrodomésticos, teléfono, puertas...), etc.


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